A estas alturas, cuando algunos compañeros se acercan a los 4 meses movilizados, nadie puede negar que todos los pronósticos elaborados por los distintos sectores de izquierda del mundo estudiantil a principios de año, han quedado irremediablemente obsoletos.
Esto es sumamente problemático para el rumbo que las movilizaciones toman: en tanto nadie supo prever la magnitud de los acontecimientos, no existieron referentes con la claridad política necesaria para proyectar el mejor modo de avanzar hacia una victoria. Desde luego que también influyó en esto la debilidad, dispersión y prácticamente nula densidad ideológica y organizativa de las organizaciones que apuntan a cambios sociales estructurales, pero tomando esto último como un dato objetivo y un problema que se debe apuntar a resolver permanentemente, independiente de las coyunturas, la mayor dificultad con la amplitud y la masividad que ha logrado el movimiento viene dada por la falta de claridades en términos de dirección, quien quiera que se sienta llamado a dirigir… aunque nadie pueda jactarse de lograrlo realmente.