Las personas somos siempre creadoras, conservadoras y responsables de las comunidades, realidades y psiquis cultural de los mundos que generamos con las redes de conversaciones que vivimos y que nuestros descendientes conservarán en su propio vivir. En estas circunstancias el intento de un convivir democrático es un acto creativo, una obra de arte de la convivencia no discriminadora en el mutuo respeto, que surge como un proyecto común consciente que quiere generar continuamente un convivir que nos permita ver y corregir las discriminaciones que generamos en el devenir de cambios que nos toca vivir y que nos alejan de ese proyecto común.
Tal proyecto común requiere que seamos conscientes de que todo lo que hacemos son siempre actos políticos con los que generamos y conservamos los mundos que vivimos. Consciencia ésta que solo es posible en un convivir democrático que es el único convivir abierto a la reflexión en el mutuo respeto porque es el único convivir que se funda en el ver del amar.