Mayo de 2011 fue uno de esos momentos en los que la gente sale a la calle, habla y actúa al mismo tiempo. Si bien no podemos medir la capacidad de afectación del acontecimiento 15M en nuestras vidas, tomaremos como muestra algunos elementos que dan cuenta del impacto enorme, que marca un antes y un después, no solamente en las personas que lo vivimos más de cerca sino en el conjunto de la población.
En primer lugar vamos a señalar la captura que las publicidades de las compañías telefónicas hicieron de las dinámicas comunicativas y asamblearias que llevamos a cabo. De repente, para vendernos sus productos, vimos que los spots televisivos se llenaban de looks y rostros 15M, de banales asambleas y de menciones a lo que estaba ocurriendo en la calle y en la red. Las compañías telefónicas vehiculizaron los afectos que se transmitían en las redes y las plazas para despolitizarlos y convertirlos en mercancías; mientras tanto, nos meábamos de risa ante lo ridículo que resulta el capitalismo y continuábamos organizando nuevas maneras de estar, pensar y sentir la crisis para cambiar el estado de las cosas.