Tengo la convicción, como todo investigador, que la sociología puede contribuir a una acción política realmente democrática, a un gobierno de todos los ciudadanos capaz de asegurar la felicidad de todos los ciudadanos. Esta convicción, quisiera tratar de compartirla, – aunque es un poco presumir de mis fuerzas y sobre todo subestimar los obstáculos y las resistencias, inevitables, que la sociología conoce bien, a la recepción de la sociología.
Ya no podemos plantearnos la pregunta de la democracia, al día de hoy, sin tomar en cuenta el hecho de que las ciencias sociales están presentes, a menudo bajo formas más o menos depravadas, en la realidad social misma. No pasa un solo día sin que se recurra a la economía y los economistas para justificar decisiones de gobierno. No se echa la mano a la sociología a menudo, y solo esfrente a situaciones de crisis, frente a dichos problemas dichos (como si todos los demás no lo fueran…), tal como, hoy, el problema de la universidad o la cuestión dicha sobre los “suburbios”, que se acude al sociólogo, sobre todo en los medios de comunicación.