El problema es que la educación está prisionera de una visión reductiva, pragmática, y de lo que algún filósofo llamó el pensar calculante; es decir, todo tiene que traducirse en cifras, en ranking y resultados y eso se ha ido profundizando y acelerando. Sin embargo, las voces críticas no logran levantarse con suficiente fuerza. Y yo creo en el rendimiento académico, creo en la exigencia, pero lo que me parece pavoroso es que los colegios queden atrapados en luchas desesperadas por tener puntajes en pruebas nacionales e internacionales, dejando de lado otros aspectos fundamentales de la educación, que hoy son más fundamentales que nunca…
Profesores estresados, sobreexigidos, el sistema que está pidiendo resultados. La pérdida de lo gratuito, la pérdida de lo inútil, de la música, de lo estético…
Hay un grito de desesperación en muchos jóvenes y lo que les queda es estudiar el fin de semana para unas pruebas donde creen que se juegan toda la vida… ¿Qué hacen? Se borran. Y si solo quieres bórrate, está disponible todo para borrarte.