Con la llegada de la crisis asistimos a un escenario de pánico social que fue calando gota a gota en todos los estratos poblacionales, despertando el miedo más primigenio de la especie humana: la incertidumbre, el miedo a lo desconocido, la sensación de inseguridad y desprotección.
En pocos años las necesidades de seguridad establecidas por Abraham Maslow en 1943, a saber, seguridad física, de empleo, de recursos, moral, familiar, de salud y de propiedad privada, garantizadas en las últimas décadas en un estado de bienestar sólido, se han puesto en tela de juicio frente a la incapacidad de un sistema económico disfuncional para frenar su propia inercia y reinventarse.
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